Pablo Rus Broseta debuta esta semana al frente de la Orquesta y Coro Nacionales de España, en uno de sus conciertos “Descubre… Conozcamos los nombres”. El concierto tendrá lugar el próximo domingo 1 de mayo, a las 12 horas, con obras de dos grandes compositores unidos por la emigración y su deseo de regresar a casa: Tres escenas campesinas de Béla Bartók y Danzas sinfónicas op. 45 de Sergei Rachmaninov.
Pablo Rus Broseta, director de orquesta valenciano, ha desarrollado su carrera artística principalmente en Estados Unidos y en Alemania. Su primer trabajo en la direccion orquestal fue como asistente de François-Xavier Roth en la Orquesta Filarmónica de Lieja, a quien sustituyó años después frente a la BBC Symphony en el Barbican Hall de Londres con un programa monográfico de Boulez. Su repertorio abarca desde Rameau hasta el contemporáneo, un ámbito en el que ha tenido ocasión de trabajar de cerca con Wolfgang Rihm, Hans Zender, Thomas Adès, Magnus Lindberg, Francisco Coll y Pierre Boulez, con quien colaboró en el Festival de Lucerna. Ha recibido también consejo y apoyo de Kurt Masur, David Zinman y Bernard Haitink, quien lo recomendó́ como director asistente de la Seattle Symphony. En esta orquesta ha colaborado con solistas como Itzhak Perlman, Renée Fleming o Joshua Bell. Invitado regularmente por la Porto Symphony Casa da Musica, la SWR Sinfonieorchester, la WDR Sinfonieorchester y la Seattle Symphony, Rus Broseta ha fijado su residencia en Valencia desde 2019.
Como destaca en las notas al programa de mano la pianista y musicóloga Irene de Juan, que será la encargada en esta ocasión de realizar la presentación audiovisual y guía de audición de este concierto, “a simple vista parece que entre Béla Bartók (Hungría, 1881 – Estados Unidos,1945) y Serguéi Rajmáninov (Rusia, 1873 – Estados Unidos, 1943) hay pocas coincidencias. Uno, el último bastión del romanticismo ruso y occidental; el otro, eterno buscador de tesoros entre la música campesina, engarzados en un lenguaje modernista a la altura de la vanguardia. Sin embargo, hay varias similitudes entre ellos: los dos fueron grandes pianistas, los dos emigraron por circunstancias políticas a Estados Unidos, y los dos tuvieron, recurrentemente, el deseo de volver a casa, entendiendo por casa un espacio simbólico marcado en nuestro recuerdo por habernos hecho sentir felices y protegidos en algún momento clave de la vida”.
Foto: Rafa Rufino